Facebook Puedo equivocarme, pero no veo más que hipocresía en el escándalo que se generó en torno a Facebook y Cambridge Analytica por la utilización de datos personales de 50 millones de fulanos para diseñar, entre otras cosas, estrategias de atracción de votos. Medio planeta sube a la web, desde hace tiempo, datos de su intimidad más dura y deja allí un largo rastro de pornografía cotidiana. Se puede elegir creer en cualquier cosa —en Buda o en la Bolsa de Nueva York— pero, más que fe, hay que tener candidez o ceguera para mantenerse en la ilusión de que ese material jamás será utilizado por nadie . Aun quienes no usamos redes sociales dejamos rastros en la web que vuelven bajo la forma de sospechosas publicidades dirigidas y ofertas de hoteles en Wichita sólo por hacer una búsqueda en Google Maps. Creer que podemos volcar en las redes un vómito aluvional de información privada, y que nadie hará nada con eso en su beneficio, es como creer que se puede criar a una pa...