¿La iglesia excomulga a la mujer?
La
mariana adhesión de monseñor Osoro a la huelga del 8 de marzo y
la solidaridad de otras eminencias revestiría más credibilidad si no fuera
porque la Iglesia católica representa el espacio absoluto, categórico de la
discriminación de la mujer en la sociedad occidental. […]
La Iglesia no reacciona a la
actualidad en el ensimismamiento de su naturaleza pétrea, pero no puede
sustraerse ni a sus contradicciones ni a las reformas que han emprendido otros
cultos cristianos occidentales. Una primera mujer obispo
ya ha accedido a la jerarquía de Iglesia anglicana, de la misma
manera que otra, por más señas
divorciada, llegó a presidir hace una década la Iglesia luterana, no ya
rectificando la desigualdad enfermiza
de las comunidades cristianas, sino anteponiendo la normalidad del trabajo
pastoral y su integración en la sociedades, más todavía cuando la crisis de
fe y la mala reputación de la familia eclesiástica en su hermetismo y en sus
delitos contrastados amenazan con desenganchar a la feligresía o exponerla a la
idolatría.
Se trata de impartir la tolerancia,
de divulgar el Evangelio, no de someterlo a las restricciones y a los dogmas.
Ni siquiera existe en la Iglesia romana uno que contradiga el sacerdocio femenino, pero se ha consolidado una
percepción enfermiza, condescendiente y recelosa hacia la mujer que estos
días han excitado el
oscurantismo de monseñor Munilla en la diócesis de San Sebastián, acusando al
feminismo de haberse abierto de piernas a Satán,
ofreciendo al diablo el sacrificio del aborto y la aberración del lesbianismo. Rubén Amón, El País, 6/03/2018.