El presente catálogo de razones no pretende ser exhaustivo -el número de rasgos y de usos se acerca al infinito-; más bien, se intenta ilustrar con diferentes posibilidades para defender que se haya elegido según qué rasgo formal como relevante en la construcción del texto.
Se toma la antigua entrada dedicada a ese punto concreto de los textos. En rojo, las razones que se dan como ejemplo al uso de cada uno de esos rasgos.
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Se toma la antigua entrada dedicada a ese punto concreto de los textos. En rojo, las razones que se dan como ejemplo al uso de cada uno de esos rasgos.
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ARGUMENTARIO PARA
RECURSOS FORMALES
Texto literario. Conceptos que
conviene recordar, y que pueden ser determinantes en un texto como rasgos
formales:
a) Doble proceso
comunicativo: como producto informativo y como artefacto literario (Recordad que esto
es importante a la hora de contestar la pregunta anterior –tema, tesis y
argumentos-). El
uso de recursos literarios puede justificarse por la voluntad artística (“Se
desea crear belleza, etc.”).
b) Sobre el emisor: ¿su intención es
comunicativa o estética (o ambas, para el caso es lo mismo)? No le interesa tanto
insistir sobre un tema sobradamente conocido como ofrecer una visión diferente,
artística, del mismo. ¿El narrador se corresponde con el autor o este utiliza una voz que no es o no puede ser suya? En el segundo caso, puede
justificarse por varios motivos: el autor puede pretender que el lector se identifique,
o bien, al contrario; u ofrecer una perspectiva diferente ¿El texto es subjetivo
–al respecto, da igual la cuestión anterior-? Se pretende lograr la identificación del
lector con las ideas o emociones del autor, porque el fin no es convencer o
demostrar sino persuadir ¿Imita claramente a escritores o
estilos contemporáneos o más antiguos? Puede justicarse de acuerdo con el fin:
parodiar, satirizar…
c) Receptor: ¿el mensaje es más o
menos ambiguo? Quizá se pretenda
persuadir al destinatario sin mostrar todas las cartas; es decir, escamoteando
los argumentos que no nos son favorables ¿Admite interpretaciones diferentes? Lo mismo ¿Por qué? ¿El lector
puede leerlo con mayor interés por cómo
está escrito que por su contenido? Interesaría más, por tanto, su valor
estético, literario. Ocurre a menudo cuando el tema es poco relevante para el
lector.
d) Mensaje: ¿es evidente
la finalidad estética? (Es decir,
¿se usa el lenguaje de una manera especial? ¿Se utilizan recursos retóricos?
¿Los adjetivos son epítetos? ¿En la selección de las palabras se nota la
importancia de sus connotaciones?). Ver los argumentos mencionados antes.
e) Contexto y referentes: ¿el emisor se aparta
de la realidad (aunque su texto sea verosímil. Por ejemplo, en un texto
realista, ¿el autor sabe cosas que no debería saber en la vida real?)? Puede servir para aportar
argumentos de los que no se dispondría normalmente.
3. Texto no literario: es un escrito
–para lo que nos interesa- en el que la finalidad estética o es secundaria o
simplemente marginal o inexistente. Por tanto, su poder significativo “directo”
es mayor: lo normal es que se huya de la ambigüedad para ser claros y
contundentes en la transmisión informativa. No obstante, lo que vamos a incluir
aquí puede ser también de utilidad en el comentario de un texto literario.
a) Tipo de discurso
empleado (Posibilidad alta de trabajar con textos mixtos):
a.1) EXPOSICIÓN: estructura típica
de introducción, desarrollo y conclusión. Modos: deductivo (ofrece una disposición
ordenada, en la que el lector puede seguir con claridad la exposición), inductivo (ofrece al lector la
posibilidad de creer que ha llegado a la tesis por sí mismo, que el
razonamiento, en fin, es propio), enmarcado (refuerza la tesis, al aparecer dos veces), pregunta-respuesta-
(similar
al inductivo), problema-solución (lo mismo)… (Son rasgos formales en tanto que
disponen la información en el texto de una forma determinada). Características
lingüísticas: léxico denotativo (refuerza la apariencia de objetividad, lo
que desarma al lector crítico. Piensa que no está siendo engañado, sino
informado), tecnicismos (refuerza
subjetivamente la autoridad de quien escribe: domina el léxico específico,
luego domina la materia), adjetivos
especificativos (lo
mismo), sustantivos abstractos (lo mismo). Uso de marcadores discursivos
–notablemente, de organizadores del
discurso- (apariencia
de preocupación por organizar bien su texto, de ser pulcro, organizado). Preferencia por la
modalidad enunciativa en las oraciones (Objetividad). Uso de frases nominales, pasivas reflejas,
impersonales y atributivas (Lo mismo). Plurales sociativos y de modestia (Lo mismo).
a.2) ARGUMENTACIÓN: estructura y modos
como en la anterior. C. lingüísticas: uso de procedimientos lógicos. Se utiliza
en mayor medida recursos literarios (metáforas, símiles, antítesis, etc.) porque el discurso debe
ser también atractivo, elegante, no solo convincente. Léxico connotativo con regularidad (Un modo
de persuadir). Adjetivación calificativa (Lo
mismo). Ambivalencia frente a las personas
verbales (Impersonales, pasivas, atributivas, 3ª persona y plural sociativo: apariencia de objetividad; 1ª persona: en principio, subjetividad,
salvo que se dé el carácter de autoridad en la materia del emisor).
a.3) NARRACIÓN: [Los textos con los que
vamos a trabajar son mixtos o plenamente argumentativos. Eso quiere decir que
difícilmente se van a utilizar muchos recursos complejos de la narración]. Uso
de las personas (de interés especial la 2ª, porque permite crear la ilusión de que el
lector está hablando consigo mismo, favoreciendo la identificación con la tesis). Formas
verbales: presente actual (algo
que sucede ahora mismo o está en proceso aún: actualidad rabiosa); “pasados”; presente histórico; futuro con carácter de pasado;(actualización: permite,
por ejemplo, establecer paralelismos entre dos situaciones, una pasada y otra
actual) anclajes léxicos temporales y espaciales.
a.4) DESCRIPCIÓN: formas verbales
características (presente, pretérito imperfecto…; más raro, tiempos perfectivos). Recursos literarios
favoritos: metáfora, símil, personificación…) Ver argumentos anteriores.
a.5) DIÁLOGO: estilo directo e indirecto
(viveza
de la expresión, intensidad…); indirecto
libre, monólogo interior y flujo de conciencia (lo mismo que la 2ª persona); acotaciones.
b) Cohesión. Procedimientos:
b.1) Recurrencia: repetición léxica;
repetición semántica (sinonimia, antonimia, hiperonimia-hiponimia); repetición
sintáctica (paralelismo); repeticiones fónicas (rimas). Refuerzo de la unidad
textual.
b.2) Sustitución: pronombres, adverbios,
hiperónimos. Lo
mismo.
b.3) Elisión.
b.4) Marcadores del discurso. (Si se usan, el autor
dirige el razonamiento del texto, el lector no participa, no trabaja, se le da
todo hecho, solo cabe adherirse a la opinión. Si no, el lector puede tener la
ilusión de ser quien realiza el razonamiento)
b.4.1) Pragmáticos: función fática; modalizadores.
b.4.2) Organizadores.
b.4.2.1) Adición: además; es más,…;
incluso; igualmente.
b.4.2.2) Oposición:
sin embargo, pero; con todo,…; excepto…; antes bien.
b.4.2.3) Causa: pues;
por tanto; en tal caso.
b.4.2.4) Explicación:
es decir; mejor dicho; resumiendo; por ejemplo…
b.4.2.5) Orden del
discurso: Para empezar; luego, después; por otra parte…; por cierto; en primer
lugar…; en fin. Apariencia
de texto bien organizado, pulcro, correcto…
4. En tanto que texto
periodístico. Características:
a) Estructura: cualquiera
de las mencionadas antes. Sin embargo, en el caso de los editoriales, se
aprecia con mediana frecuencia la pirámide invertida (la información más
importante al principio; es una variante del modo deductivo).
b) Rasgos formales:
b.1) Editoriales: rasgos típicos de
objetividad (3ª persona, impersonales, pasivas, etc.). Usar lo dicho al respecto
de la apariencia de objetividad.
b.2) Artículos de opinión: amplia
variedad formal, carácter de pequeño ensayo. Voluntad de entretener, divertir, crear
belleza, etc… no solo convencer. Doctrina de la píldora dorada: la medicina es amarga –la moraleja-, hagámosla más
apetecible con el azúcar –la fábula-.
b.3) Títulos: todo tipo de recursos
(metáforas, personificaciones, paralelismos, paradojas, ironías, hipérboles,
dilogías… También usos lingüísticos especiales: jergas, argot, préstamos…). La intención es atraer la
atención del lector, también puede ser dar la clave de interpretación del
texto: cómo debe ser leído y entendido.