Ir al contenido principal

Comentario 28 (id.)

Sobre papel
A lo largo de la historia fue suficiente una tablilla de barro, una corteza de árbol, un papiro, un pergamino, un papel o una pizarra en el aula para alumbrar las ideas que desde el cerebro humano se deslizaban armoniosamente por el brazo impulsadas por los latidos del corazón. Al llegar a los dedos de la mano, las ideas envueltas en sangre se encontraban con un punzón, con un lápiz de carbón, con una pluma de ave o con una tiza, que las convertía en signos, en números, en palabras escritas, perdurables. La imprenta fue un gran avance mecánico, pero de este ingenio conocíamos sus entrañas y sabíamos cómo funcionaba. Hasta finales del siglo XX, toda la sabiduría de la humanidad había sido grabada con estos instrumentos rudimentarios, a través de los cuales se asomó al exterior el pensamiento de los filósofos, de los científicos, de todos los creadores. Pero hoy, las ideas que bajan desde el cerebro a la mano, antes de aparecer en la pantalla, atraviesan una selva digital impenetrable, llena de elfos electrónicos desconocidos, ante los cuales no hay sabio en este mundo que no sienta complejo de inferioridad. Esas criaturas cuánticas, invisibles, no siempre amigables, imponen una servidumbre de paso, hasta el punto que son ellas las que marcan el camino que debe seguir en adelante el cerebro humano. El ordenador ya es en sí mismo una forma de pensar, de crear, de imaginar. Y también de leer. Cuando con los ojos cerrados aspiramos las páginas de un libro viejo su aroma nos lleva a la corteza de árbol, al papiro, al pergamino, al punzón, a la pluma, a la linotipia, a una sabiduría pegada a los sentidos; en cambio, las palabras electrónicas son líquidas y emergen de una jungla virtual insondable. Analógico o digital, un libro será siempre un tesoro, pero no se sabe si la inteligencia robótica artificial un día será también humanismo.

Entradas populares de este blog

Comentarios del control

Un comentario de "Veneno" cuya resolución encuentro adecuada, disponible en la página de Quique Castillo . Únicamente, cabe señalar que  resumen es demasiado largo (la letra de imprenta ocupa mucho menos); además, añadiría una reflexión sobre la importancia del aspecto literario en el texto, que explica en buena medida la analogía como principal procedimiento argumental. Sobre "Quiero hablarles de la verdad", de Milagros Pérez Oliva. Resumen: Que se publiquen tantas versiones de un hecho solo es una práctica de desinformación. Los lectores pueden comprobar la existencia de diferentes versiones de una misma noticia, y ello les lleva al escepticismo. El caso es que hay tal saturación de información, que los periódicos se ven obligados a interpretar, pero no se debe dejar de lado, en ningún caso, la demostración. Así, los periodistas están obligados a demostrar cómo han llegado a su versión de los hechos. Tema: El debate actual sobre periodismo de interpretación...

Comentario 27 (100% EBAU)

Ternura Sé de gente que mataría por llevar razón. Hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a lo largo de la vida, pero quitarse de llevar razón es como quitarse de la heroína: se puede, aunque con mucho sacrificio. Si vienes al mundo con ese declive, mueres con él. Te mueres llevando la razón, te incineran llevando la razón, llegas al infierno llevando la razón. Jamás discutas con personas necesitadas de llevar la razón. No conduce a nada, solo a la infelicidad. En las discusiones políticas es donde mejor se las distingue. Llevar razón constituye un modo de tapar heridas ancestrales, abandonos remotos. Llevar razón es una forma de vengarse. Si llevas razón, tu nacimiento no fue un error, tus padres te quisieron , la infancia triste y la perra juventud valieron la pena. El mundo ya no te debe nada, en fin. Si llevas razón, no necesitas ser sutil ni inteligente ni educado . Llevar razón te coloca por encima del bien y del mal. La frase “hablar cargado de razón”, pese a su na...

Texto para comentario individual 6

ADICCIONES Hace algunas semanas, cuando cruzaba por uno de los puentes de la ciudad de Chicago, tuve una visión tenebrosa de mi adolescencia. Había dos jóvenes delgadísimas con la mirada perdida caminando a pocos metros. Sus rostros huesudos y su pelo grasiento emanaban la decadencia corrosiva de la heroína. Estaban en la flor de la vida, pero se habían transformado en espectros que vagaban sin rumbo. No eran todavía los días gélidos del invierno, pero hacía frío y ellas iban con camisetas y sandalias. Su desesperada adicción se había apoderado de todas las sensaciones de su cuerpo. En la España de mi juventud, vi cómo los dedos afilados de la heroína entraban en los institutos y secuestraban personas sin hacer. Vi a varios de los compañeros del nocturno ponerse nerviosos buscándose una vena en el cuello. Era buena gente, pero la heroína se los llevó contra las rocas y los despedazó. Como el espejismo malvado de los piratas que encendían hogueras en las orillas del mar para sim...