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Comentario 26

Acacias.

La República llega puntualmente todos los años el 14 de abril, se instala durante un solo día en los sueños de muchos españoles y luego desaparece dejando atrás el aroma del pan y quesillo de las acacias junto con las imágenes sepia de los tranvías abarrotados en la Puerta del Sol. Pese a que la historia confirma que aquellos sueños de regeneración, justicia, tierra y libertad acabaron en la tragedia de la Guerra Civil, el tiempo que todo lo dora ha convertido la República en un ejercicio de higiene mental, en una forma de poesía política. De hecho podríamos celebrarla tomando un refresco de zarzaparrilla o un julepe de menta. Quedan pocos ciudadanos que la vivieron, la mayoría de los españoles solo la imaginan, pero esa misma irrealidad juega a su favor porque permite recrearla a la medida de la esperanza y la melancolía frente al descalabro moral de los políticos que hoy nos gobiernan. La República ha sido hasta ahora solo un horizonte ideal, pero su dilema ante la Monarquía se está convirtiendo en un debate más consistente cada día. De momento esa aspiración ya es un reto añadido del soberanismo catalán, que inyecta todavía más idealismo al sueño de la independencia. Un presidente de la República no contamina la institución. Si es incompetente se le derriba, pero en la Monarquía el símbolo del Estado se encarna con una unión hipostática en una persona, que debe el cargo a un capricho de la genética. Un espermatozoide entre varios millones inicia la escalada hacia el óvulo y el ganador se convierte en rey o en reina, que llega a este mundo predeterminado a confundir su carácter con el destino de una nación. En este dilema político la República aparece como un ideal indeleble, que se acrecienta con los errores que pueda cometer la Corona, hasta el día en que, si los errores persisten, la hagan necesaria e ineludible. Manuel Vicent, El País, 15/04/2018.

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Comentarios del control

Un comentario de "Veneno" cuya resolución encuentro adecuada, disponible en la página de Quique Castillo . Únicamente, cabe señalar que  resumen es demasiado largo (la letra de imprenta ocupa mucho menos); además, añadiría una reflexión sobre la importancia del aspecto literario en el texto, que explica en buena medida la analogía como principal procedimiento argumental. Sobre "Quiero hablarles de la verdad", de Milagros Pérez Oliva. Resumen: Que se publiquen tantas versiones de un hecho solo es una práctica de desinformación. Los lectores pueden comprobar la existencia de diferentes versiones de una misma noticia, y ello les lleva al escepticismo. El caso es que hay tal saturación de información, que los periódicos se ven obligados a interpretar, pero no se debe dejar de lado, en ningún caso, la demostración. Así, los periodistas están obligados a demostrar cómo han llegado a su versión de los hechos. Tema: El debate actual sobre periodismo de interpretación...

Comentario 27 (100% EBAU)

Ternura Sé de gente que mataría por llevar razón. Hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a lo largo de la vida, pero quitarse de llevar razón es como quitarse de la heroína: se puede, aunque con mucho sacrificio. Si vienes al mundo con ese declive, mueres con él. Te mueres llevando la razón, te incineran llevando la razón, llegas al infierno llevando la razón. Jamás discutas con personas necesitadas de llevar la razón. No conduce a nada, solo a la infelicidad. En las discusiones políticas es donde mejor se las distingue. Llevar razón constituye un modo de tapar heridas ancestrales, abandonos remotos. Llevar razón es una forma de vengarse. Si llevas razón, tu nacimiento no fue un error, tus padres te quisieron , la infancia triste y la perra juventud valieron la pena. El mundo ya no te debe nada, en fin. Si llevas razón, no necesitas ser sutil ni inteligente ni educado . Llevar razón te coloca por encima del bien y del mal. La frase “hablar cargado de razón”, pese a su na...

Texto para comentario individual 6

ADICCIONES Hace algunas semanas, cuando cruzaba por uno de los puentes de la ciudad de Chicago, tuve una visión tenebrosa de mi adolescencia. Había dos jóvenes delgadísimas con la mirada perdida caminando a pocos metros. Sus rostros huesudos y su pelo grasiento emanaban la decadencia corrosiva de la heroína. Estaban en la flor de la vida, pero se habían transformado en espectros que vagaban sin rumbo. No eran todavía los días gélidos del invierno, pero hacía frío y ellas iban con camisetas y sandalias. Su desesperada adicción se había apoderado de todas las sensaciones de su cuerpo. En la España de mi juventud, vi cómo los dedos afilados de la heroína entraban en los institutos y secuestraban personas sin hacer. Vi a varios de los compañeros del nocturno ponerse nerviosos buscándose una vena en el cuello. Era buena gente, pero la heroína se los llevó contra las rocas y los despedazó. Como el espejismo malvado de los piratas que encendían hogueras en las orillas del mar para sim...