Abuelos ‘made in Spain’
Mi
abuelo decía que los sueldos pueden ser diferentes, pero las pensiones deberían
ser iguales, porque todos los jubilados valen lo mismo. Su mejor amigo le
rebatía: las pensiones solo deberían depender de las contribuciones hechas
durante la vida laboral.
Un
sistema de pensiones equilibrado ha de ponderar estas dos demandas de justicia
inherentemente antagónicas: la distributiva y la meritocrática. El Estado ha de
garantizar una vida digna a todos los mayores y, al mismo tiempo, respetar las
contribuciones de cada trabajador. Pero unos países enfatizan más la
redistribución y otros, como España, la contribución.
Tenemos
uno de los sistemas de pensiones menos progresivos de las democracias
avanzadas. Más del 85% de nuestra desigualdad de salarios se transmite luego a
las pensiones. Lo que nos coloca en la misma liga que otras sociedades
desiguales, como Italia o Turquía, y también, curiosamente, algunas igualitarias,
como Finlandia y Suecia. Pero estas últimas corrigen las desigualdades antes de
que sus ciudadanos se jubilen. Nosotros no. Aquí somos desiguales toda la vida.
Es
en ese contexto de desigualdad vital permanente en el que hay que entender las
recientes manifestaciones de miles de jubilados en toda España. Gran parte de
nuestra clase ilustrada —tanto de izquierdas como de derechas— ha reaccionado
con displicencia. ¿Cómo se quejan los pensionistas si son el grupo de edad que
menos ha sufrido la crisis?
Y,
ciertamente, los datos agregados avalan que, en comparación por ejemplo con los
jóvenes, los pensionistas han sobrellevado mejor la recesión. Ampliando el
foco, España es también uno de los países donde los mayores han aumentado más
sus ingresos en las últimas décadas. Y donde viven más. Una jubilada a los 65
puede aspirar a vivir más de 22 años.
Pero
es que, particularmente en España, no podemos mirar a los pensionistas en su
conjunto. Unos están bien. Otros, mal. Para quien tiene una pensión de 2.500
euros, una subida del 0,25% es un lujo en tiempos de estrechez presupuestaria.
Para quien cobra 600 euros, una bofetada a su dignidad. Los abuelos made in
Spain son muy different. Víctor Lapuente, El País, 27/02/2018