El mapa y la vida de los genes
Leo en el periódico esta información: la ultraderecha alemana insulta a un hijo de Boris Becker, el legendario jugador alemán. Aunque nunca he sido un buen tenista, me ha gustado jugar al tenis por afición. Y no hace demasiado tiempo que me he puesto frente al televisor para ver algunos partidos.
Becker fue un tenista profesional con mucho éxito. Seguro que lo vi jugar alguna vez por televisión. Lo que no podía imaginar es que su apellido quedara algún día tan maltratado. Jens Maier, un diputado del partido populista alemán antiextranjeros y anti-Europa, Alternativa para los Alemanes, publicó un tuit racista contra el hijo mulato del famoso tenista. Otros partidos alemanes han defendido como reacción al hijo de Becker de forma masiva. El propio Noah Becker ya ha puesto también una demanda.
El hecho ha mostrado con qué lamentable violencia se pueden manifestar los genes. No sería serio que yo intentara explicar qué son los genes, pero todos sabemos que tenían importancia para marcar nuestra identidad.
Pero es extraordinario que, más allá de los genes que forman parte de nuestra estructura vital, la palabra gen sea la base para dar forma a ideas y sentimientos.
Apunto unas cuantas. Qué estrecha relación, y quizá dependencia, hay entre gen y género. El género humano está construido por genes. Que, si no estoy equivocado, pueden calificarse de positivos o negativos.
No nos cuesta nada decir que un pintor es «genial» y que un escritor tiene el «genio de la lengua». En latín, la palabra genius se refiere a la divinidad que vela por cada uno de nosotros. No es agradable la gente que tiene mal genio, y sí la gente que, en general, es de naturaleza generosa; y nos entiende muy bien el golpe de genio que puede ser una explosión justificada.
Pero la vida, como una escultura, se ha de ir trabajando a golpes de paciencia.
Josep Maria Espinàs, El Periódico, 10/01/2018