DESPLUME
Ha
vuelto a suceder. Tras desvelarse el misterio detrás de la desaparición de
Diana Quer, lo que apreciamos es una tragedia sin sentido. Ni un atisbo
siquiera de esa glamurización del crimen bajo la que vivimos desde
hace años sin esfuerzo por desnudarla. Uno supone que sirve para vender
periódicos, para llenar una televisión rendida a la crónica roja, pero sobre
todo para nutrir el entretenimiento de una coartada básica, que suprime el
esfuerzo narrativo y la creación de personaje a cambio de morbo. El crimen es
un fracaso de la inteligencia. Y, sin embargo, hemos puesto todo el empeño en tratar
de dotar al crimen de esa inteligencia. Es constante decorar las acciones delictivas de audacia, de riesgo, de
ingenio. Como si esas decisiones fueran maduraciones de un proceso cerebral
reflexivo y profundo.
Como se ha demostrado por enésima vez, en este caso no había detrás más que un
azar ramplón. La víctima perdió su vida apenas sin estrenar por una absurda
fatalidad, la de cruzarse con un ser vacuo, protegido por esa placenta de las
fidelidades íntimas y el aislamiento social. De todo lo que nos cuentan en la
edulcoración del crimen no había nada. De toda la argumentación sobre una
posible destilación en el delito de rasgos de inteligencia no asoma nada,
y, tras desplumar al depredador, queda un feo despojo. Hace tiempo que no
sabemos contar historias que no contengan crimen, que no se esmeren por dotar al delincuente de una pátina atractiva, pero
la realidad es terca y una vez más viene a enseñar la verdad desagradable, otro
guiño a la mera necedad, a la estupidez ingrávida del malvado.
No parece haber otro oficio más
digno de atención mediática que el del delincuente y sus perseguidores. Armar
una trama sin una desaparición, un cadáver, un asesino serial se ha convertido
en una tarea imposible, porque no hay percha mejor para colgar nuestra ausencia
de fe en el ser humano. Pareciera que todos los oficios han de palidecer
ante el narcotraficante, de ahí que haya mil seriales más sobre Pablo Escobar
que sobre Alan Turing. El mal es fotogénico, pero hay que dar con el complejo
misterio de la maldad dentro de las personas corrientes, con la perversa
balanza entre lo que nos avergüenza de nosotros y lo que nos reconcilia. Hay
males más allá del crimen, hay negras historias y turbias noticias mucho mejor
compuestas que esos sucesos que no tienen otra distinta ramplona activación que
la que hace caer un trozo de cornisa sobre la cabeza de quien pasea por la
calle ajeno al peligro.
David
Trueba, El País, 9/01/2018.
Esquema de resolución del comentario:
Esquema de resolución del comentario:
- Resumen (ideas básicas):
a)
(Sobre
el caso Diana Quer)
b)
El crimen es un fracaso de la inteligencia.
c)
Es constante decorar las
acciones delictivas de audacia, de riesgo, de ingenio (en la literatura, en las
series, en el cine…).
d) Pareciera que todos los oficios
han de palidecer ante el narcotraficante, de ahí que haya mil seriales más
sobre Pablo Escobar que sobre Alan Turing. El mal es fotogénico, pero hay que
dar con el complejo misterio de la maldad dentro de las personas corrientes,
con la perversa balanza entre lo que nos avergüenza de nosotros y lo que nos
reconcilia.
- Tema, tesis y argumentos.
a)
El
tratamiento del crimen en la ficción (Tema).
b)
No
se corresponde con la realidad porque el crimen es un fracaso de la
inteligencia (Tesis).
c)
Argumentos:
c.1) Caso D. Quer
(ejemplificación). Líneas 1-2 y segundo
párrafo al completo.
c.2) Tratamiento del criminal
de ficción como un ser inteligente (fin primer párrafo). Arg. de experiencia o
sentir común (v.1ª persona y plural sociativo).
c.3) Refutación de lo anterior
(segundo párrafo).
c.4) Pesimismo inveterado de la
ficción (“ausencia de fe en el ser humano”), fotogenia del mal (Escobar vs.
Turing). Los creadores deben fijarse en los criminales de carne y hueso, seres
contradictorios.
- Rasgos formales:
a)
Metáforas:
“desplume” del criminal para demostrar que no había ninguna inteligencia en él.
“la perversa balanza”, para referirse a la complejidad de la persona.
Comparación entre el crimen y un accidente por caída de una cornisa.
b)
Plurimembración:
“para vender periódicos, para llenar una televisión…”,
“el esfuerzo narrativo y la creación de personaje”, “de audacia,
de riesgo, de ingenio”, “reflexivo y profundo”, etc. Produce un
ritmo pausado y amplifica el texto, en colaboración con la recurrente
subordinación (solo en el primer párrafo más de la mitad de las oraciones son
complejas).
c)
Adjetivación connotativa: crónica
roja, azar ramplón, ser vacuo, absurda fatalidad, fidelidades íntimas, feo
despojo, pátina atractiva, verdad desagradable.