Armariophone
El otro
día me olvidé el móvil en alguno de los recovecos del curro adonde me lo llevo
a hacer mis recados y estuve varias horas en un vivo sin vivir en mí que ríete
tú del de san Juan de la Cruz propiamente dicho, y no el de mi colega homónimo,
que también tiene lo suyo. No solo me quedé incomunicada, aislada, perdida para
el globo, en bragas, para ser exactos. Es que me lo dejé abierto y, en esa
tesitura, más que un teléfono, un móvil es una bomba. Hasta que no me llamaron
de seguridad y me lo entregó un vigilante con cara de te he visto, Calisto,
mientras yo lo recogía con jeta de y yo sé de qué pie cojeas, Melibea, no volví
a ser persona. El tipo sabía que yo sabía que él sabía lo que yo no quería que
se supiera. No quiero ni pensar en los likes, los wasaps y los banners
que debieron saltar en el ínterin para que, entre 200 curritos
de todo ADN, el nota coligiera que el móvil era mío sin ninguna duda. Nada es
lo que era.
Ahora que hasta las
alcaldesas más principales nos cuentan que se acuestan con congéneres sin que
se les pregunte en los programas de cotilleo, y ni llueve sangre ni nada, los
armarios están mutando de naturaleza y de tamaño. Porque haberlos, haylos. Por
muy fuera del ropero que estemos,
muchos llevamos el clóset en la petaca del móvil. Ahí están nuestras vergüenzas
y anhelos. Nuestros secretos y mentiras. Nuestras fobias y parafilias. Nuestras
lealtades y traiciones. Nuestra intimidad más íntima. Nuestra auténtica vida
privada. Álex de la Iglesia no se inventa nada en Perfectos desconocidos. Ahora que dicen los
apocalípticos que nos integraron que las redes nos están volviendo poco menos
que esclavos, hay quien es más libre que nunca estando en línea, que no
alienado. Primero nos dan la droga y luego nos quieren quitar el pico. Y acabo,
que el segurata se me ha apuntado a
Tinder, me ha mandado un me gusta y, o mucho me columpio, o tenemos match en vísperas. Luz
Sánchez-Mellado, El País, 15/12/2017
2.
Tema: La intimidad
y las nuevas tecnologías de comunicación.
Tesis: Las
redes sociales favorecen la expresión incontrolada de la privacidad.
Argumentos: [Sobre
el segundo párrafo. El primero es narrativo].1. Contraargumentación: la
sociedad actual favorece la expresión de la privacidad; sin embargo, las ideas
más privadas e inconfesables se refugian en el anonimato de las redes sociales.
2. Argumento de experiencia: deseos e ideas privadas expuestas mediante el
móvil en las redes sociales. 3. Contraargumentación (relativa): Hay expertos que señalan que
la tecnología nos esclaviza, aunque aparentemente algunas personas se liberen con su
uso.
3.
Rasgos
formales: Texto mixto, con un primer párrafo narrativo, y un segundo
argumentativo, salvo la última oración, que retoma la anécdota de aquel y la
cierra.
Tono satírico y cómico, que se manifiesta no solo en la anécdota
(el móvil perdido y reintegrado por el empleado de seguridad) y su resolución
(el agente apuntándose a la aplicación de en el léxico y giros coloquiales (curro, en bragas, jeta, nota, tipo, curritos,
segurata, te he visto, Calisto, columpiarse, etc.), expresiones
descontextualizadas (vivo sin vivir en mí),
redundantes (intimidad más íntima),
retorcidas (el tipo sabía que yo sabía
que él sabía lo que yo no quería que se supiera) o disparatadas (acostarse con congéneres –por personas
del mismo sexo-).
Imágenes cómicas: un móvil
es una bomba, ADN por “condición”,
primero nos dan la droga y luego nos
quieren quitar el pico, por “redes sociales y su crítica”, match por “cita”. Todas las variantes de
“armario”, con su significado popular de “doble vida”. Petaca por “funda”.
Enumeraciones y aclaraciones innecesarias: incomunicada, aislada, perdida para el globo, en bragas, para ser
exactos / Ahí están nuestras
vergüenzas y anhelos. Nuestros secretos y mentiras. Nuestras fobias y
parafilias. Nuestras lealtades y traiciones. Nuestra intimidad más íntima.
Nuestra auténtica vida privada /
Referencias cultas pervertidas: “San Juan de la Cruz… mi colega homónimo (Juan Cruz, periodista de
El País)”, “Sé de qué pie cojeas, Melibea” (Respuesta culta reelaborada al
popular Te he visto, Calisto); “los
apocalípticos que nos integraron” (Por Apocalípticos
e integrados, de Umberto Eco, ensayo de referencia para comprender nuestra
época).