Por lo que respecta a los dos
puntos que completan el comentario de texto, los criterios de evaluación
oficiales publicados se explicitan así:
3. Elementos formales relevantes: Se valorará
la selección y justificación de tres
elementos formales relevantes
en la construcción del texto
(máximo 1 punto).
4. Opinión: Se valorará la
redacción de las
ideas del estudiante
sobre el tema
del texto. Debe descartarse la mera repetición de frases
del texto (máximo 0.5 puntos).
Sobre el punto 3, conviene
insistir en lo de relevante (los subrayados son míos). Como se indica más
abajo, deben serlo en la construcción del texto. Esto quiere decir que una
metáfora aislada, o un rasgo cohesivo individual, no nos sirven porque, normalmente,
no van a ser importantes para la estructura textual. Ahora bien, podemos
encontrarnos con que una figura retórica se utiliza como clave del contenido:
por más sola que esté sí será capital.
Una cuestión importante que ya
hemos comentado en clase es el grado de literariedad del texto; es decir, cuán literario es el
discurso. Esto, como sabéis, puede facilitarnos este punto de los rasgos
formales -a la vez que, por lo general, nos complica el anterior (tema,tesis y
argumentos)-.
Bien, ejemplifiquemos con los
textos que ya hemos trabajado. Si recordáis, de los dos textos del examen 0, el
más literario era el de Vicent (el del
examen A), y como es de esperar, abunda en rasgos “poéticos”, porque la
función lingüística predominante es la poética o estética. Así, os deben llamar
la atención los usos peculiares del lenguaje: las repeticiones, los contrastes,
los sentidos figurados…
En la primera lectura de este artículo podréis detectar ya una repetición, más interesante si cabe porque está en lugares estratégicos (al principio y al final): el verbo “sorprender” (1, 21). Es una manera elegante de cerrar el texto.
En la primera lectura de este artículo podréis detectar ya una repetición, más interesante si cabe porque está en lugares estratégicos (al principio y al final): el verbo “sorprender” (1, 21). Es una manera elegante de cerrar el texto.
Luego podréis ver, sin duda, la
acumulación de imágenes: “el circo” (7), “Sansón” (8), “el inmigrante” (15), “teñidas
amas de casa”… (17). Con ellas, el autor enriquece el texto y le dota de
significados adicionales, con connotaciones muy marcadas: “gran pastel de
calabaza” (14), “hamburguesa de carne de perro” (16), “convulsión sexual” (16).
Es interesante, ya que estamos con los primeros temas de literatura, recordar
aquí lo que es el surrealismo, vanguardia en la que se pretende la liberación
del subconsciente reprimido, refugio de los instintos primarios: sexo, hambre,
etc. Pese a ser una vanguardia histórica que está a punto de cumplir 100 años,
lo cierto es que su influencia sigue estando presente en numerosos escritores.
Otro procedimiento evidente, en
el primer párrafo, es la enumeración de sustantivos con el nombre “basura” en
aposición (3-6). Es una gradación de 10 términos, pasando por todos los
aspectos de la cultura americana, y siendo el décimo el principal tema de este
artículo: Donald Trump, presidente basura.
De propina, puede aludirse a la
selección fuertemente connotativa del léxico: “patán” (2), “histrión” (9), “ciego”,
“hortera” (7)… También, al uso irónico de buena parte de las palabras: “imperio”
(2), “figurante” (6), “finos intelectuales” (23), etc., presente también en las
anteriores.
Por lo que respecta al artículo
de Lindo (examen B), es
característico del estilo llano, claro y sencillo de esta escritora. Es un
estilo más funcional, con una carga literaria menor. Entonces, si no vemos
rasgos claramente estéticos, conviene que recurramos a un análisis de carácter
lingüístico para señalar los procedimientos habituales para dar forma a los
textos de carácter más informativo y menos estético [Recordad que, en los artículos
de opinión más literarios, se da una suerte de doble proceso comunicativo: se
emite información, desde luego, pero también forma, y esta puede ser más
importante que lo que se dice. El autor nos quiere hacer partícipes no solo de
sus ideas sobre el tema, sino también de sus capacidades artísticas].
Así, nos tenemos que fijar en los
procedimientos de cohesión que, como veréis, no son en sustancia muy diferentes
de los literarios: repetición (repetición pura, sinonimia, antonimia,
hiperonimia, hiponimia), sustitución (proformas) y elipsis. Además, se deben
tener en cuenta los marcadores del discurso, que pueden ser pragmáticos
(fáticos, comentarios o modalizadores, etc.) o textuales (conectores de adición, oposición,
causalidad, reformulación, orden).
También podéis fijaros en el tipo
de oraciones que se usan. Normalmente, las oraciones simples o de escasa
complejidad aceleran la lectura y le dan un tono directo y asertivo. Por el
contrario, las oraciones largas y sobrecargadas de estructuras la ralentizan y
dificultan la comprensión, a cambio de ofrecer una más rica paleta de matices
(adversación-concesión, por ejemplo).
Otra posibilidad es comprobar qué
tipo de adjetivos y en qué número se usan (muchos adjetivos colorean el texto y
contribuyen a ralentizarlo; pocos, lo contrario); y así mismo, puede ser
útil indicar qué formas verbales
abundan, en qué tiempos y con qué significación (usar el presente histórico nos
hace más vívido el pasado).
Finalmente, hay una panoplia de
recursos retóricos no estrictamente literarios que contribuyen a la
organización formal de los textos. Uno, bastante curioso, es la plurimembración
(por ejemplo, en el texto de Lindo: “alemanes e ingleses”, “la costa
mediterránea o el sur”, “gaditano o mallorquín”, “cartel o menú”, “paisaje
encantador y mejor clima”, “la clase política y la falta de educación”. Como
veis, estructuras bimembres. En cualquier caso, úsese con moderación este
recurso en vuestros comentarios, que os veo venir).
Bien, centrándonos en el texto de
Lindo, si recordáis ya señalamos que su estructura de argumentación principal
se basaba en un intento de refutación de un texto ajeno del autor británico
William Chislett. Algo que os tiene que llamar la atención desde el principio
es el tono irónico: “nuestro querido” (1), “el inglés que más sabe de la España
actual” (2), “el sabio Chislett” (5), “don William” (9), “el otro William
insigne” (19: porque se supone que Chislett también es insigne. Ponerlo al
nivel de Shakespeare es el golpe definitivo). Conviene recordar que este recurso
es una falacia ad hominem, pues se
intenta desacreditar no la opinión sino a quien la profiere.
Otro elemento relevante es la
presencia del yo: “nuestro”, “se me ocurría” (8), “mi impresión” (12)… La
autora no pretende en ningún momento esconder lo subjetivo de su opinión, pues
de lo contrario se enmascararía bajo una tercera persona. (Y explicáis lo que esto significa).
Un tercer rasgo de interés, ya
anticipado en el uso de la 1ª persona del plural (“nuestro”) y de la
exhortación cortés (“búsquenlo”, 3), es la apelación directa a los lectores,
que culmina con el uso del plural sociativo –no de modestia-: “lo podremos
remediar…” (23). Todas estas formas se pueden considerar como marcadores
pragmáticos (función fática e intención comunicativa apelativa).
De menor interés, pero presente desde
luego, es el procedimiento de cohesión por repetición literal: “artículo”, “idiomas”,
“ingleses”, “William”, “paisaje”. En relación con esto, cabe señalar que quizá
se deba a la voluntad de la autora de reforzar la comprensión de un texto de
sintaxis un tanto complicada, en la que abundan las oraciones subordinadas con
varias proposiciones e incisos –el ejemplo extremo es el último párrafo, ocupado
casi por entero por un solo enunciado-.
Como curiosidad –no cumple con la
relevancia exigida-, podéis señalar las dudosas concordancias sintácticas “camarero
gaditano o mallorquín fueran” y “cartel o menú que no estuvieran” (15 y 17).
Para concluir, el punto 4, el
reservado para que deis vuestra opinión, debe conformarse a lo exigido en esos
criterios de evaluación: palabras propias y capacidad de redacción. Dos
consejos que podéis no seguir:
a) Es
recomendable disentir en parte, no en el todo, de lo que se dice en el texto –suele
ser más fácil argumentar contra algún punto-.
b) Conviene
ser extremadamente cuidadoso con la ideología personal. Mejor sed reservados y
pretendidamente objetivos (3ª persona, pasivas, léxico denotativo). Ojo con las
connotaciones de las palabras que elegís.
AMPLIACIÓN DE LA ENTRADA CON SÍNTESIS SOBRE RASGOS FORMALES
Os presento en esta nueva entrada
sobre la pregunta 3 de los comentarios, la de los rasgos formales, para
intentar sintetizar toda la información que os pudiera ser de utilidad. Os
propongo que sigamos un orden en cierto
modo similar al de las oraciones:
1.
Determinar
si es un texto literario o no.
2.
Texto
literario. Conceptos que conviene recordar, y que pueden ser determinantes
en un texto como rasgos formales:
a)
Doble proceso comunicativo: como producto
informativo y como artefacto literario (Recordad que esto es importante a la
hora de contestar la pregunta anterior –tema, tesis y argumentos-).
b)
Sobre el emisor: ¿su intención es
comunicativa o estética (o ambas, para el caso es lo mismo)? ¿el narrador se corresponde
con el autor o este
utiliza una voz que no es o no puede ser suya? ¿El texto es subjetivo –al
respecto, da igual la cuestión anterior-? ¿Imita claramente a escritores o estilos
contemporáneos o más antiguos?
c)
Receptor: ¿el mensaje es más o menos ambiguo? ¿Admite
interpretaciones diferentes? ¿Por qué? ¿El lector puede leerlo con mayor
interés por cómo está
escrito que por su contenido?
d)
Mensaje: ¿es evidente la finalidad estética? (Es
decir, ¿se usa el lenguaje de una manera especial? ¿Se utilizan recursos
retóricos? ¿Los adjetivos son epítetos? ¿En la selección de las palabras se
nota la importancia de sus connotaciones?).
e)
Contexto y referentes: ¿el emisor se
aparta de la realidad (aunque su texto sea verosímil. Por ejemplo, en un texto
realista, ¿el autor sabe cosas que no debería saber en la vida real?)?
3.
Texto
no literario: es un escrito –para lo que nos interesa- en el que la
finalidad estética o es secundaria o simplemente marginal o inexistente. Por
tanto, su poder significativo “directo” es mayor: lo normal es que se huya de
la ambigüedad para ser claros y contundentes en la transmisión informativa. No
obstante, lo que vamos a incluir aquí puede ser también de utilidad en el
comentario de un texto literario.
a)
Tipo de discurso empleado (Posibilidad alta de
trabajar con textos mixtos):
a.1) EXPOSICIÓN: estructura típica de introducción, desarrollo y
conclusión. Modos:
deductivo, inductivo, enmarcado, pregunta-respuesta-, problema-solución… (Son
rasgos formales en tanto que disponen la información en el texto de una forma
determinada). Características lingüísticas: léxico denotativo, tecnicismos,
adjetivos especificativos, sustantivos abstractos. Uso de marcadores discursivos
–notablemente, de organizadores
del discurso-. Preferencia por la modalidad enunciativa en las
oraciones. Uso de frases nominales, pasivas reflejas, impersonales y
atributivas. Plurales sociativos y de modestia.
a.2) ARGUMENTACIÓN: estructura y modos como en la
anterior. C. lingüísticas: uso de procedimientos lógicos. Se utiliza en mayor
medida recursos literarios (metáforas, símiles, antítesis, etc.). Léxico
connotativo con regularidad. Adjetivación calificativa. Ambivalencia frente a
las personas verbales (Impersonales, pasivas, atributivas, 3ª persona y plural
sociativo: apariencia de objetividad; 1ª persona: subjetividad, pero dependiendo
del carácter de autoridad en la materia del emisor).
a.3) NARRACIÓN: [Los textos con los que vamos a
trabajar son mixtos o plenamente argumentativos. Eso quiere decir que difícilmente
se van a utilizar muchos recursos complejos de la narración. Con todo, en el
segundo trimestre los recordaremos]. Uso de las personas (de interés especial
la 2ª). Formas verbales: presente
actual (algo que sucede ahora mismo o está en proceso aún); “pasados”; presente histórico; futuro con
carácter de pasado; anclajes léxicos temporales y espaciales.
a.4) DESCRIPCIÓN: formas verbales características
(presente, pretérito imperfecto…; más raro, tiempos perfectivos). Recursos literarios
favoritos: metáfora, símil, personificación…).
a.5) DIÁLOGO: estilo directo e indirecto; indirecto libre, monólogo
interior y flujo de conciencia; acotaciones.
b)
Cohesión. Procedimientos:
b.1) Recurrencia: repetición léxica; repetición
semántica (sinonimia, antonimia, hiperonimia-hiponimia); repetición sintáctica
(paralelismo); repeticiones fónicas (rimas).
b.2) Sustitución: pronombres, adverbios, hiperónimos.
b.3) Elisión.
b.4) Marcadores del discurso.
b.4.1)
Pragmáticos: función fática; modalizadores.
b.4.2)
Organizadores.
b.4.2.1) Adición: además; es más,…; incluso;
igualmente.
b.4.2.2) Oposición: sin embargo,
pero; con todo,…; excepto…; antes bien.
b.4.2.3) Causa: pues; por tanto; en
tal caso.
b.4.2.4) Explicación: es decir; mejor
dicho; resumiendo; por ejemplo…
b.4.2.5) Orden del discurso: Para
empezar; luego, después; por otra parte…; por cierto; en primer lugar…; en fin.
4.
En
tanto que texto periodístico. Características:
a)
Estructura: cualquiera de las mencionadas antes.
Sin embargo, en el caso de los editoriales, se aprecia con frecuencia la
pirámide invertida (la información más importante al principio; es una variante
del modo deductivo).
b)
Rasgos formales:
b.1) Editoriales: rasgos típicos de objetividad (3ª
persona, impersonales, pasivas, etc.).
b.2) Artículos de opinión: amplia variedad formal,
carácter de pequeño ensayo.
b.3) Títulos: todo tipo de recursos (metáforas,
personificaciones, paralelismos, paradojas, ironías, hipérboles, dilogías…
También usos lingüísticos especiales: jergas, argot, préstamos…). La intención
es atraer la atención del lector.